Seguiremos con dos temas más de la tercera jornada del curso Shreemad Bhagavatam con Sri Swami Vishwananda.
La historia del Rey Puranjana: una lección de desapego
Había una vez un rey llamado Prachinabarhi. Tuvo muchos hijos que rezaban mucho al Señor Shiva, pero él vivía su vida para su propio disfrute. Narada Muni fue un día a él, y le preguntó por qué estaba apegado a este ciclo sin fin, y le ofreció enseñarle acerca del objetivo final de la vida. El rey estuvo de acuerdo, y escuchó atentamente mientras Narada Muni narró la historia de Puranjana y Avignatha:
Había una vez dos amigos, Puranjana y Avignatha. Ambos eran felices y libres.
Una vez, mientras exploraban los bosques, Puranjana vio la ciudad Bhogavati, y fue a visitarla. La ciudad tenia nueve puertas, y estaba decorada con toda clase de metales preciosos y joyas.
En esta ciudad, conoció a una bella dama, de nombre Puranjani. Se quedó totalmente prendado de ella, Puranjana se acercó a ella, y decidieron casarse. Se olvidó por completo de su amigo Avignatha.
Vivieron felices durante muchos años y tuvieron muchos hijos, estuvieron rodeados de riqueza, y estaban muy apegados el uno al otro, Puranjana era un esclavo de su deseo por su esposa. Debido a su estilo de vida y sus deseos apasionados, se hizo viejo y débil antes de lo normal.
En el mundo, también hubo una hija del Tiempo, llamada Jara. Ella era la vejez personificada, pero sin embargo comenzó a buscar entre los seres divinos y yakshasas un marido. Se acercó a Bhaya, que era el Miedo personificado, y le pidió que la aceptara como su esposa. Bhaya no la quería como esposa, pero a cambio la adoptó como hermana, diciendo que ella debía unirse en la lucha con el ejército en el que él se encontraba, para atacar y saquear los palacios. Juntos, harían que las ciudades que saquearan fueran completamente inútiles.
Con el tiempo, la ciudad de Puranjana y Puranjani fue atacada por este ejército. Durante este asedio, Jara abrazó a Puranjana, causándole la pérdida de su belleza y volviéndolo viejo. Cada vez más, poco a poco, el ejército saqueó la ciudad. Puranjana se hizo más débil, menos inteligente, más apegado a sus deseos. Su familia y toda la ciudad se volvieron cada vez más débiles.
Los soldados mataron a la familia de Puranjana, que era incapaz de protegerlos. Quemaron la ciudad, y finalmente asesinaron a Puranjana y Puranjani.
Debido a su fuerte deseo, el último pensamiento de Puranjana era de su esposa Puranjani y así, su siguiente nacimiento fue como mujer, la hija de un rey, llamada Vaidarbhi.
Cuando Vaidarbhi fue mayor de edad, se casó con un rey devoto, que se fue al bosque a hacer una gran penitencia. Aquí, su marido murió. Ella lloraba la pérdida de su marido profundamente y estaba a punto de saltar sobre el fuego de la cremación con su cuerpo, cuando un brahmán se le acercó.
El brahmán le dijo que él era Avigyathan, y su gran amigo en su vida pasada como Puranjana. Le explicó sobre su vida pasada: como el apego de su última vida a la ciudad de Bhogavati, a Puranjani, había causado este renacimiento. Le habló de cómo este ciclo continuaría para siempre, impidiéndole alcanzar la Divinidad.
Vaidarbhi se dio cuenta de que ella no era verdaderamente ni Vaidarbhi, ni Puranjana, ella era amiga inmortal de Avigyathan, y sólo había estado en una ilusión de una vida a la siguiente.
Después que Narada Muni terminó de contar esta historia al Rey Prachinabarhi, explicó su significado: Puranjanan es el alma, y Avignatha es el Señor. La ciudad de Bhogavati es el cuerpo humano.
Cuando Puranjanan quiere vivir en el cuerpo, se olvida de su amigo, el Señor. Puranjani es la mente. Los soldados que atacan la ciudad son los pensamientos que la mente tiene, y cuando Puranjanan estuvo apegado a la ciudad, fue completamente controlado por estos pensamientos, lo que le hizo tomar otro nacimiento.
Para romper este ciclo, necesitamos la Gracia del Gurú, que en esta historia es Avignatha reapareciendo como el brahmán. Cuando nos entregamos al Gurú, él nos dirige para ser conscientes de nuestro verdadero ser; un amigo inmortal del Señor.
No estáis aquí para apegaros a este mundo, porque todo lo que está en Bhogavati (“el mundo del disfrute”) tiene un final. Incluso este cuerpo físico tiene un final. Visteis ayer, incluso Bhagavan Mismo tomó un cuerpo físico y Él mismo tuvo que dejar de lado ese cuerpo físico. Podría haberlo mantenido, pero no.
Moriréis. Lo queráis o no, moriréis. Cuanto más rápido aceptéis esto, mejor. Más libres y sin miedo estaréis. Cuánto más luchéis, más difícil se vuelve, y más os torturará. Cómo a Jara, más dolor tendréis que soltar. Cuando veáis que estáis acostados en vuestro lecho de muerte, no hay nadie.
Sabéis, podéis pedir ayuda a izquierda y a derecha, pero ¿qué pueden hacer?: “Aquí, toma este paracetamol que puede aliviarte algo de dolor”. ¿Qué más pueden hacer? Poner la medicina en vuestra boca o inyectaros el medicamento para aliviar vuestro dolor. Pero en el momento de la muerte no hay marido, no hay mujer, no hay niños, no hay amigos. Nadie está allí. Cuando estáis mirando a la muerte, pueden deciros: “Oh, ya sabes, ¡te amo tanto! ¡Por favor, déjame morir por ti!”. No, ¡no lo harán!
Perdón:
Al hablar de los muchos niveles del infierno, habló sobre la expiación. Habló de cómo, cuando uno alcanza un cierto buen mérito, alcanza ciertos tipos de cielo. Del mismo modo, cuando uno tiene cierto tipo de karma negativo, van a cierto tipo de infierno.
He aquí un extracto de la charla de Swamiji:
Antes de salir de este cuerpo, antes de morir, lo mejor es evitar este infierno. Lo mejor es reflexionar y rectificar mientras aún sois fuertes y vuestra mente aún trabaja apropiadamente para hacer expiación por esto. De lo contrario, cuando se llega a cierta edad se pierde la cabeza y no se puede hacer nada para expiar por ello. Si habéis herido a alguien, no perdáis tanto tiempo para ir y pedir perdón.
Id, pedid perdón a esa persona, si quieren dároslo o no es cosa de ellos, pero por vuestra parte, seréis libres de ese karma. Seréis libres de ese peso. Esto es lo que Cristo dijo, ¿no? Cuando hacemos la liturgia Él dice: “Antes de venir y tomar la comunión, id y pedid perdón a vuestros hermanos y hermanas que hayáis ofendido”. Por lo tanto, lo mismo. Él dijo: “Id, cuando aún tenéis tiempo, cuando todavía sabéis lo que estáis haciendo, pedid perdón, pedid expiación”.
Swamiji habló sobre este perdón que depende de una sinceridad interior, que es, primero perdonarse a uno mismo de un pecado, queriendo verdaderamente evitarlo y buscando un camino correcto en el futuro, como se logra el perdón del Señor.
Mencionó el ejemplo del gran santo Valmiki, Valmiki fue una vez un gran criminal llamado Ratnakar, que robaba a la gente después de matarlos. Después de darse cuenta del mal karma que estaba acumulando, comenzó un nuevo camino de penitencia cantando los Nombres Divinos, y se comprometió de todo corazón. Después de años de esta sadhana, fue rebautizado como “Valmiki” por lo Divino, y se convirtió en un gran sabio: compartió la historia del Señor Rama con el mundo escribiendo la Sagrada Escritura, el Ramayana.
Sri Swami Vishwananda dijo que si estáis completamente entregados a Narayana, no tenéis que preocuparos acerca de los diferentes niveles del infierno: si tenéis una devoción total por Narayana y os arrepentís, cualquier pecado que hayáis cometido, ese arrepentimiento se convierte en la expiación. Si os arrepentís sinceramente de los pecados que hayáis cometido, Él os convierte en santos.
Ya sabéis cuando vais a un médico, el doctor os hace un diagnostico y de acuerdo a la gravedad de la enfermedad, os da una cierta medicina. Digamos que tenéis fiebre, vais a un doctor y tenéis 40 de fiebre, y otra persona tiene 38, otra 37. La dosis de medicina será diferente. Todos tenéis fiebre, sí, pero la medicina será diferente, y la dosis del medicamento será diferente. Por tanto, es lo mismo, aquí Sukadev dice: “Cada uno tendrá que someterse a la expiación del propio pecado”.
Si sois fuertes, si tenéis el poder, si tenéis el coraje, enfrentadlo. Id y pedid perdón, id y rectificad. Si tenéis rencor, quitad ese rencor. Rectificadlo mientras aún tenéis tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario