En
la tarde del sábado, Pramod, Kalpit, Gurpreet, los Swamis y yo
fuimos con Guruji en un corto viaje a algunos de los templos
cercanos. La primera parada fue Hansali, el lugar donde Shri Dhar
tuvo la primera vez Darshan de Vaishno Devi en la forma de niña
pequeña. La sadhana diaria de Shri Dhar era hacer Kurari Puja para
las niñas pequeñas. Un día (como ya se mencionó en el informe
anterior), había una chica muy especial entre ellos. Después de que
todas las chicas se fueran, fue sólo ella la que se quedó y le dio
instrucciones para organizar la Bhandara para alimentar a todo el
pueblo.
Así
que el sitio al que fuimos era el lugar de vivir de Shri Dhar. Había
varios templos pequeños, todos conectados el uno al otro. Al llegar,
fuimos recibidos por varias niñas pequeñas que nos acompañaron al
primer templo. El primer templo tenía la tumba Samadhi de un santo
que fue discípulo de Shri Dhar. El pundit allí dijo que el trishul
presente pertenecía a ese santo. El siguiente templo pequeño
albergaba varias deidades, entre ellas Radha Krishna, Ram Dharbar,
Durga y otras. Allí fuimos invitados a la habitación del cuidador
que le contó a Swami un poco sobre la historia del lugar. Después
visitamos otro templo sólo a unos pocos pasos.
Cuando
íbamos saliendo, las niñas regresaron e insistieron en conseguir
algunos regalos. Así que Guruji terminó comprando para cada una de
las 15 niñas un paquete de patatas fritas del puesto de comida
local. Fue todo un espectáculo para la vista y le tomó mucho tiempo
hasta que cada una de ellas estuvo feliz con un paquete de patatas
fritas en sus manos. Dado que al principio fue bastante caótico,
Swami hizo que se sentaran todas en una fila antes de que empezara a
distribuirles los paquetes de patatas fritas. Con mucha paciencia y
amor entonces les distribuyó, una a una, los paquetes. Incluso la
última que llegó tarde y estaba llorando porque no tenía nada,
también estaba satisfecha cuando Swami Sharadhananda le dio un
paquete de frutos secos que tenía en su bolsillo. Casi parecía que
Guruji estaba repitiendo la Puja Shridhars Kumari...
Dejamos
el lugar para conducir de vuelta a la ciudad para visitar otro templo
llamado Templo Shri Ragunath que fue establecido en el siglo XIX por
San Swami Nithyananda. Había una murthi Hanuman muy hermosa que a
Swami le gustó mucho.
Allí
también nos dieron la instrucciones para encontrar el ashram local.
Fuimos en coche unos 20 minutos hasta que llegamos al ashram que
estaba al lado de un lago (en realidad era más como un estanque) en
un pueblo llamado Pental.
Allí
Guruji se reunió con el cuidador Baba Sita Ram, un hombre mayor que
solía luchar en el ejército de la India y después de su
jubilación, renunció al mundo y ahora se ocupa del ashram allí. El
santo que fundó el ashram era Swami Nithyananda. El anciano nos
contó que Swami Nithyananda era un “santo enojado” que, cada vez
que recibía regalos del rey (Él también era el Gurú del Rajá)
como oro, joyas y similares, los arrojaba al lago junto al templo.
Nos
habló de otro santo que era más reciente, un discípulo de Swami
Nithayananda, con el nombre Ram Das Tyagi, llamado Paratha Baba. Tuvo
este nombre porque solía comer ¡hasta 20 parathas (N.
del T pan plano típico de la India)
con cada comida! Baba Sita Ram obsequió a Guruji con las Padukas de
Paratha Baba, así como un chal.
Al
día siguiente, de camino a Dharamshala, hicimos una breve parada
para visitar un templo de Usha Mata. Ella era una devota de Kali. A
la edad de 5 ya empezó su tapasya (práctica espiritual) y es muy
conocida en la zona. Obtuvo el Samadhi en 2005. Ya que estábamos
allí, el pundit nos contó que también hay un templo de Krishna
cerca. Por supuesto, también fuimos allí. El templo estaba en un
antiguo complejo de palacio (ruinas) que se remonta al siglo 16.
Entramos
al templo y el pundit de allí nos llevó arriba al pequeño templo
de Krishna. Había una murthi de Krishna, negra, de madera, de unos 3
pies de altura. Nos sentamos delante de ella y el pundit empezó a
relatar su historia. Resultó, para gran sorpresa de Guruji y gran
alegría, que era, de hecho, la misma murthi en la que Meerabai Devi
misma se fundió con su cuerpo físico cuando dejó este mundo a la
edad de 73 años.
La
murthi se la entregó el Rajá (Rey) de Gujrat al Rajá local aquí.
De hecho, el Rajá local visitó Gujrat y pidió al rey Gujrati si
podía tener la murthi. El Rey Gujrati al principio se negó ya que
su madre rezaba a esta murthi cada día y dijo que su madre moriría
si no le podía hacer más puja. Sin embargo, siendo Rajput un rey
leal y dedicado, le dio la murthi (junto con una murthi “utsava”
menor) al Rey local que la llevó a su propio palacio. Al día
siguiente, la madre de Rajput murió.
Ahora
la murthi estaba aquí en Himachal, en el palacio del rey local. Unos
años más tarde la zona quedó invadida por un rey musulmán. Poco
antes del ataque, el rey enterró la murthi Krishna junto con la
muthi Krishna menor en la arena detrás del palacio para ocultarlas.
Seis meses después de que el ataque terminara, el rey tuvo un sueño
en el que Krishna vino a él y dijo: “Te has olvidado de mi, estoy
todavía enterrado en la arena, ¡¡¡sácame de aquí!!!”
Inmediatamente el rey desenterró las dos murthis y las instaló de
nuevo en el templo, aquí permanecieron hasta el día de hoy.
Sin
embargo, el pundit regaló la Krishna más pequeña a Guruji como
regalo, junto con un chal que llevaba la Krishna grande.
El
nombre de la pequeña Krishna es Nurbur Krishna. Entonces se nos dio
instrucciones para estar delante de la gran Krishna y centrarnos en
sus hermosos ojos dorados. Fue verdaderamente un momento muy
especial. Se puede ver que uno de los ojos de Krishna se ha vuelto
rojo porque estuvo enterrado en la arena mucho tiempo. El pundit dijo
que hace unos 20 años, uno de los ojos lloraba lágrimas que eran
recogidas en un pequeño bote, que lamentablemente se encuentra en
paradero desconocido.
Luego
nos pusimos en camino otra vez, conduciendo por delante de montañas
nevadas, que anunciaban la cercanía de los Himalayas, y llegamos a
nuestro hotel cerca de Dharamshala, el hogar del Dalai Lama, por la
noche...
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